miércoles, 1 de abril de 2009

"Le dèjeuner des canotiers", Pierre Auguste Renoir



-Pues bien tras todos estos años, el único personaje que me cuesta capturar es la chica con el vaso de agua. Está en el centro y sin embargo está afuera.

-Quizá sea distinta a los demás.

-¿En qué?

-No lo sé.

-Tal vez cuando era pequeña no jugaba con los otros niños. Quizá nunca.


-La chica del vaso de agua.

-Si parece ajena quizá sea porque piensa en alguien.

-¿Alguien del cuadro?

-No, en un chico que ha visto por ahí. Pero le parece que tiene algo en común con él.

-Dicho de otra forma, prefiere imaginar una relación con alguien ausente que crear lazos con los presentes.

-No, quizá se desvive por solucionar los problemas de los demás.

-Pero. ¿Y ella? ¿Y los problemas de su vida? ¿Quién los solucionará?


-El otro día fui muy duro con la chica del vaso de agua. Cuénteme, ¿Ha vuelto a ver al chico con el que se cruzó?

-No. No les interesan las mismas cosas.

-La suerte es como el Tour de Francia. La esperas mucho, y luego pasa rápido. Así que cuando llega el momento hay que saltar la barrera sin dudar.


-Mire, mi pequeña Amélie, usted no tiene los huesos de cristal. Puede soportar los golpes de la vida. Si deja pasar esta oportunidad, con el tiempo será su corazón el que se vuelva tan seco y quebradizo como mi esqueleto. Así que, decídase, por todos los diablos.


-Amélie-

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